10 de diciembre de 2010

Cualquiera

Sentada frente a esta ciudad sin nombre mirando como la tarde va saltando entre semáforos nacen tantas ganas de vivirte, de seguir a las sombras que se ocultan tras los arboles, de caminar por tus calles mirando sin escrúpulos las entrañas de tus casas.

El sol imprudente se cuela en este rincón de puerto, desangrando la hermosa penumbra de tus pasajes en madrugada. Porque eres una ciudad cualquiera, pero algunos te llaman “la perla”.

Solo algunos saben que tienes un lugar detenido en el tiempo que a las siete de la tarde parece estar abandonado; que cuidan tus historias todas las ancianas que unas cuadras más arriba de la plaza, como los lagartos, sale a tomar el sol; y que disfrutas de una esquina en la que vive un árbol lleno de historias que los pájaros cuentan antes de dormir.

Que seria de tu silencio si no guardara llantos en alguna iglesia. Que seria de tu vida si no estuvieras destinada a morir, que seria de ti si no fueras una ciudad cualquiera.


L. Alison G. Ramos

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